Todo comenzó a finales del siglo XIX, cuando varios barcos pesqueros encontraron en las costas de Canadá y Nueva Inglaterra, cantidades inmensas de estas “cucarachas de mar”.
Al principio se pensó que eran una plaga, por lo que empezaron a usarlas como alimento para puercos, gatos y vacas.
Incluso, se llegó a decir que esta delicia era comida para pobres. Pero, ¿cómo fue que todo esto cambio?
Posterior al odio rotundo por las langostas, la industria de los enlatados empezó a tener gran éxito ya que era un alimento fácil de transportar y muy barato, por lo que decidieron vender estos delirios a los turistas que visitaban Estados Unidos.
Los comerciantes vendían el producto como si fuera la última maravilla y sus precios eran muy elevados.
Lo que ellos no se imaginaban es que los turistas le darían el valor que hoy por hoy tienen, por lo que gracias a ellos este lujoso manjar le dio la vuelta al mundo y se hizo tan deseado por muchos.
Y es que nosotros no podemos negar su sabor tan delicado, su textura carnosita y esa sensación tan delicada que es un deleite total para el paladar.
