La obra Rue Saint-Honoré, dans l’après-midi. Effet de pluie, de Camille Pissarro lució durante años en las casas de Berlín y Múnich de los Cassirer. Era sin duda uno de los tesoros más preciados de la familia. Desde que se lo compraron al comerciante de arte del pintor, no hacían otra cosa que enseñarla, dichosos, a sus invitados. Pero en 1939, con la escalada nazi, no tuvieron otro remedio que deshacerse. Es más, el cuadro les salvó la vida.

La familia judía buscaba el modo de abandonar Alemania. Finalmente, Lilly Cassirer encontró el método: un trueque. El cuadro a cambio de unas visas de salida. Un tasador designado por los nazis estimó que el lienzo costaba unos 360 dólares. Todos ellos sabían que ese precio estaba muy lejos de su valor. Aun y así, ante el desespero, aceptaron. Pero se los pagaron en una cuenta bloqueada a la que la familia no pudo acceder, así que jamás vieron dinero alguno.

Años después, con los nazis ya fuera del mapa, buscaron el cuadro. Pensaban que se había perdido o que alguien lo había destruido. La sorpresa la tuvo el nieto, Claude, cuando, cuarenta años después, en una visita al museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, lo vio expuesto. Decidieron mover hilos con los abogados pero España rechazó su solicitud de devolución. Entonces, Claude, demandó lo sucedido en su estado natal de California. Y así se desencadenó una de las batallas legales más largas, que ya lleva más de quince años.

Ahora, la Corte Suprema de Estados Unidos, se centra en si se debe usar la ley española o la de California para determinar el verdadero propietario de la pintura de 1897, estimada en unos 30 millones de dólares. Una vista oral este martes podría cerrar el caso definitivamente o reabrirlo por completo.