Dulce: una vida con aroma a libertad y Jafra

29 Mar 2025 | Cultura

Nuevo Laredo, Tamaulipas.- Hay historias las cuales no necesitan grandes escenarios para brillar.

A veces basta una sonrisa sincera, una bolsa de productos bien ordenada y una voluntad inquebrantable.

Así es como Dulce Barbosa, de Nuevo Laredo, ha convertido su trabajo con Jafra en una forma de vida… y de inspiración.

Todo comenzó como muchas cosas: por encontrar un trabajo. Dulce es madre y, como muchas mujeres, buscaba una manera de generar ingresos sin descuidar su familia.

No imaginó que aquel primer catálogo, lleno de colores, perfumes y artículos de belleza, se transformaría en una oportunidad para reinventarse.

“Empecé vendiendo ‘poquito’, casi para mis conocidas, pero me fui animando.

Con el tiempo, me di cuenta que Jafra no solo era un trabajo… era una posibilidad de ser yo misma”, cuenta con el orgullo de quien ha recorrido su propio camino, paso a paso.

La historia de Jafra se remonta a 1956, en California, cuando Jan y Frank Day —de ahí el nombre: Ja-Fra— soñaron con una marca la cual no solo vendiera cosméticos, sino ofreciera algo más valioso: libertad.

En México, esa visión encontró un terreno fértil. Y mujeres como Dulce han sido las raíces que la hicieron florecer.

“Lo más bonito, no tengo un jefe. Yo soy mi jefa. Decido mis tiempos, mis metas, mis horarios.

Y eso, vale oro”, dice mientras acomoda cuidadosamente un set en una mesa.

Su rutina no tiene escritorio fijo, pero sí un compromiso firme: salir adelante, con dignidad y a su ritmo.

Desde hace años, Dulce es animadora de tiempo completo. Capacita a otras mujeres, comparte tips, orienta en productos, y sobre todo, motiva.

“A veces una clienta no viene solo por un perfume… viene porque quiere escucharse bonita, sentirse capaz. Y eso también lo damos”, afirma con serenidad.

En cada entrega, en cada reunión, en cada conversación, Dulce construye comunidad. No solo vende, acompaña. No solo dirige, inspira. Y aunque en sus palabras hay humildad, sus logros hablan fuerte.

“Con Jafra pagué útiles, la comida y el día a día. Me ha dado satisfacciones que no se ven, pero se sienten en el alma”, dice, con la mirada firme de quien sabe que su historia vale la pena contar.

Desde Nuevo Laredo, esta joven madre ha convertido la belleza en herramienta de empoderamiento, y el perfume de un producto en símbolo de libertad. Porque como ella misma resume: “Jafra me dio un trabajo, sí… pero también me dio confianza”.

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