Llamas Comunicacion Lo mas importante de la comunicacion es escuchar lo que no se dice.
Por Raúl S. Llamas
Triste noticia el fallecimiento de Don Alberto Manzilla Sánchez, mejor conocido entre sus amigos como «El Cabo» Manzilla, fundador, en 1970, del icónico restaurante El Rancho, de Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Hombre de familia, amante de sus costumbres gastronómicas y melomano de corazón, el «Cabo» Manzilla, es el claro ejemplo de quienes llegan a Nuevo Laredo, toman agua del río y echan raíces en esta frontera.
Siempre un hombre gentil, de carácter mesurado…
Esa tarde, me encontré escuchando una conversación entre Gerardo González Juaristi y el «Cabo» Manzilla. Estábamos, rodeados de un ambiente relajado, y de pronto, Gonzalez Juaristi, tocó el tema de la cacería.
Gerardo, con orgullo en su rostro, comenzó a narrar su última aventura en la cacería de venado cola blanca.
«Me encontraba en el monte, esperando pacientemente, cuando vi un hermoso venado de ocho puntas a lo lejos», explicó, su voz llena de emoción.
«Lo estuve observando, estudiando sus movimientos, hasta que finalmente encontré el momento perfecto para disparar», narraba González Juaristi.
El «Cabo» Manzilla, escuchaba atentamente, reflejando en su rostro interés y curiosidad.
Cuando Gerardo terminó de hablar, muy tranquilo el «Cabo», se inclinó hacia adelante y dijo con un dejo de tristeza: «Yo no podría matar un ‘venadito’, me acuerdo de Bambi».
Gerardo se rió y respondió con una pizca de sarcasmo: «¿Y por qué no se acuerda de Babe el Puerquito Valiente, entonces?»…
El «Cabo» Manzilla sonrió, aceptando la «pulla» de Gerardo…
Muchas navidades familiares, en mi mesa estuvo la rúbrica de el «Cabo» y de su restaurante El Rancho. Alguna vez le llame la mañana del 25 de diciembre, para agradecer la cena…
El «Cabo» me decía: «Yo estoy en el bote»… «Pero de los tamales», remataba…
El Supremo, llamó a su lado a un gran hombre, tal vez porque era necesario hacer carnitas en el cielo.
Cómo quiera que sea, muchos lamentamos el fallecimiento de Don Alberto y sin lugar a dudas su memoria será eterna.
¡Hasta siempre Don Alberto!
