Por: Geneviv Lanndry
Vancouver, Canadá.-
A solo días de la elección federal del 28 de abril, Mark Carney se posiciona como el favorito en las tendencias electorales, alterando la dinámica de poder en salas de junta, gabinetes empresariales y partidos políticos.
“Carney ofrece estabilidad sin sacrificar ambición económica. Por primera vez en años, se percibe una opción con visión global y arraigo nacional al mismo tiempo,” afirmó un directivo del sector financiero que pidió anonimato por razones internas.
Durante meses, líderes empresariales habían expresado su respaldo al líder conservador Pierre Poilievre, impulsados por la baja inversión y el crecimiento estancado. Su plan incluía recortes fiscales y desregulación como receta para liberar capital.
La irrupción de Carney —ex gobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, además de presidente de Brookfield Asset Management— reordenó preferencias en el sector económico. Su perfil técnico, reputación internacional y propuesta de transformación ordenada han seducido a capitales que hasta hace poco veían en Poilievre su única opción viable.
Carney no solo reemplazó a Trudeau como rostro del Partido Liberal, sino también como promesa de renovación dentro de la política canadiense. Su narrativa apunta hacia una modernización fiscal y energética con enfoque sostenible, sin abandonar el equilibrio institucional.
Mientras Poilievre mantiene un discurso de ruptura, su posicionamiento comienza a ceder ante la estrategia mesurada del liberal con credenciales de banquero y estadista.
El resultado de esta elección no definirá únicamente al próximo primer ministro, sino el modelo de desarrollo que regirá a Canadá en la próxima década.